RESIDENCIA DE PERSONAS DEPENDIENTES EN PÒRTOL.

Ubicación: MARRATXÍ, MALLORCA, ESPAÑA Fecha: 2017 Status: CONCURSO Cliente: CONSELLERIA DE SERVEIS SOCIALS I COOPERACIÓ Superficie:  4.792 M2 Colaboradores: MARÍA DE MIGUEL 

RE-IDENTIFICACIÓN. LA CASA, LA CALLE, LA PLAZA Y LA CIUDAD.

El problema principal en el diseño de un centro para personas dependientes es la re-identificación de sus ocupantes. En la complejidad de una comunidad geriátrica, la cohesión social solamente puede lograrse si deja lugar a la libertad de movimientos. Proponemos una jerarquía de asociaciones tejida en un continuum espacial que represente la complejidad real de las asociaciones humanas y sus formas de agregación.

HABITACIÓN=CASA

Hagamos una bienvenida de cada puerta, un rostro de cada ventana, una casa de cada habitación. En esta pequeña comunidad, las habitaciones son la casa de cada persona institucionalizada. Proponemos habitaciones tecnificadas que garanticen la correcta atención sanitaria, pero que al mismo tiempo sean algo vivo y próximo, donde haya lugar para la apropiación personal del espacio. Es el conjunto de muebles y enseres de cada persona, junto con sus recuerdos y vivencias, lo que le permitirá la instantánea identificación del espacio como propio, haciéndole sentir de nuevo en casa.

CORREDOR=CALLE

Los espacios de aproximación a la habitación constituyen el vínculo de sus ocupantes con el edificio y con la comunidad como un todo, del mismo modo en que también la calle vincula la casa con la ciudad. Planteamos corredores que se abren al paisaje y permiten orientarse, tanto en una noche oscura como en un día gris. Corredores donde puede sentirse que se está yendo hacia alguna parte, hacia el norte o hacia el sur. El tempo de las personas mayores es más pausado, y estos corredores no se conciben como espacios de tránsito rápido, si no como lugares con entidad propia, como calles donde encontrarse y proseguir el camino juntos.

SALAS DE CONVIVENCIA=PLAZA

Las plazas son el centro de la ciudad mediterránea. Entorno a ellas ocurre todo. Las zonas comunes de la residencia son su equivalente. Proponemos espacios comunitarios que llenen la función vital de identificación y amparo. En estas áreas de convivencia que se articulan entre tres patios, se diluye el límite entre el interior y el exterior, lo que hace posible recuperar la socialmente vital “vida en las calles y plazas” que evitará el aislamiento de las personas mayores. Esta concatenación de espacios interiores y exteriores permite recorrer longitudinalmente el edificio completo a través de sus zonas comunes, de este a oeste, sin perder nunca la referencia del bosque posterior, punto de referencia y de con la ciudad y la sociedad.